Obesidad: Una enfermedad compleja y progresiva
La obesidad es una enfermedad multifacética, compleja y progresiva que afecta diversos aspectos de la vida de un individuo. Más que un mero problema estético, es una condición médica que se caracteriza por la acumulación anormal o excesiva de grasa corporal, según la definición de la Organización Mundial de Salud (OMS). Dicha acumulación de grasa puede incrementar significativamente el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, presión arterial alta, ciertos tipos de cáncer y una serie de problemas de salud. Además de repercutir negativamente en la calidad de vida y contribuir al aumento de la mortalidad.
Enfermedad en aumento
Esta enfermedad suele ser el resultado de una combinación de causas y factores contribuyentes. No se limita simplemente a un exceso de ingesta calórica, sino que se ve afectada por una serie de factores que incluyen la genética, el estilo de vida, ciertas enfermedades y medicamentos. También problemas sociales y económicos, edad y otros factores individuales.
La prevalencia de la obesidad ha venido creciendo a pasos agigantados. Las estimaciones de la OMS indican que en 2016, más de 1,900 millones de adultos mayores de 18 años tenían sobrepeso, de los cuales más de 650 millones padecían de obesidad. Desde 1975 hasta 2016, la prevalencia de la obesidad a nivel mundial casi se triplicó, y en 2016, cerca del 13% de la población adulta mundial tenía obesidad, una cifra alarmante que pone de manifiesto la magnitud del problema.
La OMS propone una clasificación de la obesidad basada en el Índice de Masa Corporal (IMC), que se calcula dividiendo el peso (kg) por el cuadrado de la estatura en metros. Los individuos con un IMC igual o superior a 30 kg/m2 se consideran obesos. Además, la obesidad también puede clasificarse según la distribución del tejido adiposo.
- Por un lado, tenemos la obesidad abdominal o visceral (también conocida como tipo androide), caracterizada por una mayor concentración de grasa en la mitad superior del cuerpo, y asociada a un mayor riesgo de enfermedades metabólicas.
- Por otro lado, está la obesidad femoro-glútea o ginoide, con un predominio de adiposidad en la mitad inferior del cuerpo.
Diagnóstico de la obesidad
Para diagnosticar la obesidad, los médicos suelen utilizar el índice de masa corporal (IMC), que es un cálculo aproximado de la grasa corporal. Se calcula dividiendo el peso en kilogramos por la estatura en metros al cuadrado. Como hemos comentado con anterioridad la OMS considera que una persona con un IMC de 30 o superior es obesa. Sin embargo, el IMC no mide directamente la grasa en el cuerpo, por lo que algunas personas, como los atletas musculosos, pueden tener un IMC en la categoría de obesidad aunque no tengan exceso de grasa.
Otra métrica útil es la circunferencia de la cintura, que puede proporcionar información adicional sobre el riesgo de problemas de salud relacionados con el peso. Los hombres con una circunferencia de cintura superior a 40 pulgadas (102 centímetros) y las mujeres con una medida de cintura superior a 35 pulgadas (89 centímetros) pueden presentar un mayor riesgo de problemas de salud asociados a la obesidad.
El diagnóstico de la obesidad involucra una serie de medidas y pruebas. Estos incluyen la elaboración de una historia clínica y dietética personalizada, medidas de peso y talla, y medidas complementarias como el perímetro de cintura y el pliegue cutáneo.
Además, es posible realizar una medición de grasa corporal con el Bod-Pod y una calorimetría indirecta, que permite conocer el gasto energético de cada paciente. También puede ser necesario realizar pruebas adicionales para evaluar la presencia de patologías asociadas, como el estudio polisomnográfico, pruebas cardiológicas, ecografía abdominal y densitometría ósea.
A pesar de la presencia de uno o más factores de riesgo, es importante recordar que no se está necesariamente destinado a desarrollar obesidad. Los factores de riesgo pueden ser contrarrestados con cambios en la dieta, actividad física y comportamiento, promoviendo una vida más saludable y evitando las complicaciones asociadas a esta enfermedad.
Tratamiento de la obesidad
A pesar de la gravedad de la obesidad, existen maneras de combatirla. La implementación de una dieta más saludable, la realización de una mayor actividad física y los cambios de conducta pueden ser de gran ayuda para bajar de peso. Adicionalmente, también existen medicamentos recetados y procedimientos médicos para tratar la obesidad. Incluso una modesta pérdida de peso puede mejorar o prevenir los problemas de salud relacionados con la obesidad.
Sin duda, la obesidad es un reto de salud pública que requiere un enfoque integrado para su prevención y tratamiento. La toma de conciencia y el compromiso son fundamentales en la lucha. Además en este artículo vamos a hablar de la silimarina como un tratamiento alternativo para la mejora de esta enfermedad.
Silimarina para combatir la obesidad
La silimarina es un compuesto activo que se encuentra en el cardo mariano, una planta que se ha utilizado durante siglos en la medicina tradicional para tratar problemas hepáticos. Contiene un grupo de compuestos colectivamente conocidos como silimarina, que tienen propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y antifibróticas.
Aunque la silimarina se utiliza con mayor frecuencia para tratar enfermedades del hígado, algunos estudios han sugerido que también podría ser beneficiosa en el tratamiento de la obesidad. Esto se debe a su capacidad para reducir la inflamación, mejorar la resistencia a la insulina y modificar el metabolismo de los lípidos.
Un estudio en ratones publicado en el «Journal of Medicinal Food» encontró que la suplementación con silimarina reducía la ganancia de peso, mejoraba los perfiles de lípidos y reducía la inflamación. Sin embargo, se necesita más investigación, especialmente en humanos, para confirmar estos efectos y determinar la dosis adecuada y segura para el tratamiento de la obesidad.
Es importante recordar que, aunque la silimarina es un complemento útil en el tratamiento de la obesidad, no es un sustituto de los cambios de estilo de vida, como una dieta equilibrada y la actividad física regular. Finalmente destacar que es recomendable, antes de comenzar a tomar silimarina o cualquier otro suplemento para la obesidad, hablar con un médico.
Síntomas
La obesidad manifiesta su presencia de varias formas, muchas de las cuales tienen un impacto significativo en la calidad de vida. Aunque el aumento de peso corporal es el signo más evidente, la obesidad puede manifestarse a través del cansancio, la dificultad para realizar tareas cotidianas, una disminución de la tolerancia al esfuerzo, e incluso problemas para dormir, como el síndrome de apnea del sueño.
Además, las complicaciones metabólicas son comunes, incluyendo diabetes mellitus, aumento de triglicéridos, colesterol y ácido úrico. Las complicaciones articulares, especialmente en caderas y rodillas, limitan la actividad física. Se asocia con un mayor riesgo de hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares, y puede dar lugar a problemas de salud graves como insuficiencia coronaria y accidentes vasculares cerebrales. La obesidad también puede dar lugar a enfermedades como litiasis biliar, esteatosis hepática y hernia de hiato.
Causas
Las causas de la obesidad son múltiples e interrelacionadas, incluyendo factores genéticos, fisiológicos, psicológicos, sociales y del entorno. Por lo general, la obesidad es el resultado de la interacción de una dieta poco saludable y la falta de actividad física con estos factores, lo que hace que algunas personas tengan dificultades para mantener un peso saludable o perder peso. La obesidad se produce cuando se ingieren más calorías de las que se queman a través de las actividades diarias y el ejercicio. El cuerpo almacena ese exceso de calorías en forma de grasa. Esta enfermedad es el resultado de la interacción de factores genéticos, conductuales, metabólicos y ambientales.
La alimentación de alta densidad calórica, a menudo procedente de comida rápida y bebidas altas en calorías, junto con un estilo de vida sedentario, contribuye de manera significativa al desarrollo de la obesidad. El consumo de calorías puede verse influido por factores como el estrés, la ansiedad y ciertos medicamentos, incluyendo tratamientos psicótropos y hormonales.
Además, enfermedades como el hipotiroidismo, el síndrome de Prader-Willi o el síndrome de Cushing, trastornos neurológicos o hereditarios que afectan el centro del hambre y la saciedad, también pueden dar lugar a la obesidad.
Es fundamental recordar que si estás preocupado por tu peso o por los problemas de salud relacionados con el peso, debes consultar con tu médico, quien te ayudará a evaluar los riesgos para tu salud y a analizar tus opciones para perder peso. La obesidad es una enfermedad tratable y prevenible, y con el apoyo médico adecuado, puedes hacer cambios significativos en tu vida.
Factores de Riesgo
Los factores genéticos y familiares pueden influir en la cantidad de grasa corporal que almacenamos, la eficiencia con la que nuestro cuerpo convierte los alimentos en energía, la regulación de nuestro apetito, y cómo nuestro cuerpo quema calorías durante el ejercicio. Los hábitos alimenticios y de actividad similares compartidos por los miembros de la familia también pueden contribuir a la obesidad.
Nuestro estilo de vida y las decisiones que tomamos diariamente también tienen un gran impacto. Una dieta no saludable, rica en calorías, con mucha comida rápida, bebidas altamente calóricas y porciones grandes, pero con pocas frutas y vegetales, contribuye al aumento de peso. La inactividad física también es un factor contribuyente significativo.
Aunque la obesidad puede ocurrir a cualquier edad, el riesgo aumenta a medida que envejecemos debido a cambios hormonales y un estilo de vida menos activo. Además, factores como el embarazo, dejar de fumar, la falta de sueño, el estrés y ciertos aspectos de nuestro microbioma pueden contribuir al desarrollo de la obesidad.
La obesidad no sólo tiene un impacto en nuestra calidad de vida, sino que también aumenta la probabilidad de desarrollar una serie de problemas de salud graves. Estos incluyen enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer, problemas digestivos, apnea del sueño, artrosis y síntomas graves de la COVID-19. Además, las personas con obesidad pueden enfrentar problemas psicológicos como la depresión, la vergüenza y la culpa, lo que puede llevar al aislamiento social y al menor rendimiento en el trabajo.
Obesidad mórbida
La obesidad mórbida, también conocida como obesidad severa o extrema, es una condición médica seria en la que el exceso de grasa corporal ha acumulado hasta el punto de que puede tener un efecto adverso en la salud. Se caracteriza por un índice de masa corporal (IMC) de 40 o más, o 35 o más y experimentar problemas de salud relacionados con la obesidad, como la diabetes tipo 2 o la hipertensión.
Este nivel de obesidad interfiere significativamente con las actividades básicas físicas como caminar o respirar. También aumenta el riesgo de enfermedades y afecciones de salud, incluyendo enfermedad del corazón, diabetes, hipertensión arterial, apnea del sueño, ciertos tipos de cáncer, y una disminución en la esperanza de vida.
Este tipo de obesidad no se caracteriza solamente por comer en exceso o de una falta de autodisciplina, sino que está influenciada por factores genéticos, ambientales, metabólicos y psicológicos. La gestión y el tratamiento de la obesidad mórbida a menudo requieren un enfoque multidisciplinario que puede incluir cambios en el estilo de vida, como una dieta saludable y ejercicio, terapia psicológica, medicamentos y, en algunos casos, cirugía bariátrica.
Obesidad infantil
La obesidad infantil es una afección médica que afecta a niños y adolescentes. Se produce cuando un niño tiene un peso superior al normal para su edad y altura. La obesidad infantil es particularmente preocupante porque el peso extra a menudo lleva a problemas de salud que antes se veían casi exclusivamente en adultos, como la diabetes tipo 2, la hipertensión y el colesterol alto.
El índice de masa corporal (IMC), que proporciona una pauta de peso en relación con la altura, es el indicador que se utiliza para determinar si un niño tiene sobrepeso o es obeso. Los niños se consideran obesos si su IMC está por encima del percentil 95 para niños y niñas de la misma edad y altura.
Al igual que en los adultos, la obesidad en los niños es el resultado de varios factores, incluyendo comportamientos que llevan a un balance energético desequilibrado (es decir, más calorías consumidas que las que el cuerpo utiliza), falta de actividad física, patrones de alimentación no saludables, o una combinación de estos factores. Además, los factores genéticos y hormonales juegan un papel muy destacado.
Es importante tratar la obesidad infantil para ayudar a proteger la salud de su hijo ahora y en el futuro. El tratamiento incluye cambios en los hábitos alimentarios y de actividad física de la familia, apoyo psicológico, y en algunos casos, medicación o cirugía.